Una profesora provoca un enorme debate al salirse de la línea dominante y decir las cosas que no le importa que hagan sus alumnos
La creadora de contenido y docente Beatriz González ha expresado su desacuerdo con algunas normas de comportamiento tradicionales.


Hay tantas formas de comprender la enseñanza como profesores en las aulas: la docencia, que no depende de un modelo fijo, sino que evoluciona con la sociedad, puede ser observada desde diferentes prismas que, amén de desarrollar su actividad profesional en un centro determinado, dependen también de una normativa sólida e inquebrantable. Así lo desliza Beatriz González, una creadora de contenido que acumula más de 4.000 seguidores en TikTok y que se desempeña como profesora de inglés.
En un reciente vídeo, la influencer ha desvelado qué comportamientos están prohibidos por el centro en el que trabaja —o tradicionalmente rechazados por los profesores— pero que, si por ella fuera, serían completamente legales. “Cosas que como profesora me da igual que mis alumnos hagan en clase”, inicia su publicación.
Desvela entonces una ráfaga de actitudes que el lector recordará habituales en las clases de primaria y secundaria. “Me da igual que lleven la cabeza tapada; que lleven gorra o lo que sea. Yo sé que el centro no se lo permite y tienen que quitársela, pero a mí me da igual”, dice en primer lugar; luego pasa a otro clásico: “Me da igual cómo se sienten en clase, mientras no se balanceen en la silla. Si tienen la pierna arriba o abajo... Si me están escuchando, me da igual”.
Tampoco ve con malos ojos el asunto de la comida, aunque establezca algunas excepciones. “Me da igual que coman chicle en clase. De hecho, yo también lo haría si pudiese. Pero, mientras no hagan pompas, me da completamente igual que estén comiendo chicle”, expresa, extendiendo a la bebida su permisividad: “Me da igual que beban en clase. Agua pueden beber, pero pueden llevar sus latas de Coca-Cola y Fanta y me da igual que beban en clase”.
En la caja de comentarios se han acumulado los mensajes de numerosos perfiles que, según se deduce de sus palabras, se encuentran todavía en el instituto. “Ojalá tener una profesora como tú”, lanza uno, a lo que otro, que asegura que esta docente “viene del cielo”, desliza una propuesta: “¿No podrías venir a dar clase a mi instituto?“.
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