Virales

Comen en un restaurante, piden la cuenta y les obligan a consumir hasta alcanzar los 65 euros por culpa de los “no-shows”

Yarno y sus amigos fueron a pagar y, según se ha hecho eco ‘La Dépêche’, se encontraron con una sorpresa mayúscula que pronto podría ser ley.

Comen en un restaurante, piden la cuenta y les obligan a consumir hasta alcanzar los 65 euros por culpa de los “no-shows”
Sergio Murillo
Nació en Santa Marta de Tormes en 2001 y creció entre Guadalajara y Badajoz. Amante de la literatura, estudió Periodismo en la URJC. Se estrenó como jefe de Cultura en El Generacional. Ha sido corresponsal para El Estilo Libre y conductor de informativos en Cadena COPE. Entró en Diario AS en 2023 como redactor en Actualidad.
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Suele decirse que del cerdo, hasta los andares; y debe entenderse que, en cuanto a la factura, de la cena, hasta los entrantes. Lo que debió pillar por sorpresa a Yarno y a sus amigos, según recoge el diario francés La Dépêche, fue que llevaran esta regla económica a un nivel superior y les obligasen a consumir más para pagar más.

Sucedió una noche. En Gante, Bélgica. El protagonista de la historia acudió con sus colegas al Hotel Yalo de la citada urbe; se sentaron, compartieron varios platos de comida pidieron dos botellas de vino rosado y debieron brindar. Todo estaba bien. Pidieron la cuenta para marchar a sus casas y, cuando el camarero apareció en la mesa, portaba una exigencia en lugar de un ticket.

Una tendencia en auge

Lo cierto es que esta petición, que forma parte de una política del local que, por otro lado, se avisa en su página web, representa una tendencia cada vez más extendida en Bélgica y en otros países de la Unión Europea: establecer un precio mínimo de consumición en las reservas. En el caso del hotel al que fue Yarno, la cifra era de 65 euros.

El argumento que parte del sector de la restauración esgrime, tal y como desgrana la mentada cabecera gala, es puramente económico: alcanzar un umbral de rentabilidad. No obstante, la otra mitad del gremio teme que, por el contrario, esto tenga una consecuencia peor y genere un efecto disuasorio sobre los clientes.

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De una forma u otra, parece que esta tendencia ha llegado para quedarse. Según la Federación Horeca de Bruselas, esta práctica va camino de convertirse en norma ante el aumento de los costes del personal y, muy especialmente, por el incremento de los “no-shows”, que no son sino las personas que reservan y que luego no aparecen por ningún lado.

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