Todos andando antes de Milán y París
El Barça no fue el único que sufrió en esta semana de entreguerras antes de los dos partidos grandes de Champions.


Mínimo esfuerzo. El Barça amagó con darse un tiro en el pie en Valladolid, pero el rival está tan desahuciado que, en cuanto vio por allí las rastas de Raphinha, se derritió. En un cuarto de hora, puso orden, firmó la octava remontada de la temporada, y sacó tres puntos en un partido que le molestaba y no quería jugar al punto de que, en cuanto marcó el 1-2, volvió a andar. A Flick se le llevaban los demonios en el vestuario cuando se enteró de que jugaría a las 21:00 horas el sábado en Zorrrilla y que, por tanto, tendría menos de 72 horas para preparar el partido de San Siro. Así que, esta vez sí, hizo una rotación masiva. Casi se le va la mano. Tanto que, no le habría salido bien si el rival hubiese sido otro cualquiera de LaLiga. Pero, probablemente, eso también lo sabía Flick, que consciente de la debilidad del adversario hizo incluso reaparecer a Ter Stegen siete meses después. El alemán dejó un salto inútil e incomprensible en la acción del 1-0, como si su cabeza estuviese en otro lado. Flick debió asustarse tanto que, al final del partido, se apresuró a anunciar en la rueda de prensa que Szczesny será titular en Milán y también en el Clásico para ver si su compatriota, y capitán, obsesionado con ser titular antes de lo que le toca, le deja tranquilo un par de semanas.
Estrategas. El Barça no fue el único que sufrió en esta semana de entreguerras antes de los dos partidos grandes de Milán y París. El Inter ganó de penalti al Hellas Verona con diez cambios de Inzaghi en el once. El PSG, ya campeón, perdió en Estrasburgo con un equipo irreconocible. Y el que menos cambios hizo, el Arsenal de Arteta, también cayó ante el Bournemouth en casa. Todos minimizaron daños, porque Inter y Barça salvaron los muebles y siguieron en la lucha por Scudetto y Liga; y a parisinos y gunners no les iba nada. Teniendo en cuenta que hace tiempo que la final se juega en sábado, llega ahora la semana grande de la Champions. Cuatro equipos y cuatro estilos. Cuatro entrenadores que tuvieron sus momentos en la ida, pero que están obligados a matizar cosas en los partidos de vuelta. A Flick se le vio arrollador sobre el tablero un buen rato, pero Inzaghi equilibró el partido y desordenó a un Barça cansado. Tuvo dos veces en la lona al rival y casi una tercera en la acción del (no) 3-4 de Mkhitaryan. Luis Enrique sale con ventaja sobre Arteta, a quien han penalizado mucho las ausencias de Havertz y Gabriel Jesús. Pero los gunners asustaron en el balón parado que condenó al asturiano el año pasado en la semifinal contra el Dortmund. Ese gol de Hummels todavía retumba en su cabeza.
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