La Opinión

Manita con reparos

Esto es ser hegemónicos, tanto que no es un disparate afirmar que para el Mundial de 2026 (Estados Unidos, México y Canadá) somos una de las claras favoritas al título.

Stuttgart (Germany), 05/06/2025.- Spain's Lamine Yamal (C) celebrates with his teammates after scoring the 3-0 goal during the UEFA Nations League semi-final soccer match between Spain and France, in Stuttgart, Germany, 05 June 2025. (Francia, Alemania, España) EFE/EPA/ANNA SZILAGYI
ANNA SZILAGYI
Tomás Roncero
Nació en Villarrubia de los Ojos en 1965. Subdirector de AS, colaborador del Carrusel y El Larguero y tertuliano de El Chiringuito. Cubrió los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96, y los Mundiales de Italia 90, EE UU 94 y Francia 98. Autor de cuatro libros: Quinta del Buitre, El Gran Partido, Hala Madrid y Eso no estaba en mi libro del Real Madrid.
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Otra final. Empecemos por lo bueno, por lo bello, por lo histórico, por el desenlace feliz que nos mete en la tercera final consecutiva. Nations League (2023), Eurocopa (2024) y ¿Nations League 2025? Si el domingo derrotamos a la gran Portugal del incaducable Cristiano y el magnífico Roberto Martínez nos habremos matriculado en la Universidad del Fútbol europeo con tres títulos seguidos. Algo que nadie imaginó cuando al bueno de De la Fuente le caían palos por el simple hecho de venir de las categorías inferiores de nuestras selecciones. Casi nada. Esto es ser hegemónicos, tanto que no es un disparate afirmar que para el Mundial de 2026 (Estados Unidos, México y Canadá) somos una de las claras favoritas al título. Nos lo hemos ganado en el campo a base de facturar títulos y momentos inolvidables. Como el de esta semifinal histórica en Stuttgart ante la vigorosa Francia de Mbappé, Dembélé, Doué y compañía. Meterle una manita al Gallo de Deschamps no estaba ni en las previsiones más salvajemente optimistas. Pues lo hicimos. Nos pusimos 4-0 y 5-1. Pero ahí empezaron los olés de las gradas (prematuros y contraproducentes), el míster se precipitó dando descanso a Pedri dando por cerrado el triunfo y de pronto salió este Cherki que quiere el City de Guardiola para el Mundial de Clubes y montó un cirio de mucho cuidado. Cuando Kolo Muani puso el 5-4 nos corrió un sudor frío. Pero manejamos bien la recta final y Unai Simón (el mejor de España junto a Oyarzabal, Huijsen, Nico y Lamine) acabó con los miedos generados por una remontada que no llegó. Por eso fue una manita con reparos.

Mago Oyarzabal. Lo bueno de Luis de la Fuente, que es de Haro (La Rioja), es que ha sabido darle galones y autoestima a ese Frente del Norte comandado por los Mikel (Oyarzabal de Eibar, y Merino de Pamplona), secundados por Nico Williams (también pamplonés de nacimiento, aunque criado en Bilbao) y Unai Simón (de Murguía, Álava). Ellos rompieron el partido tras una fase preocupante de juego con dos asistencias antológicas de Oyarzabal a Nico y a Merino. Luego llegaría el momento Lamine y el momento Pedri (el golazo del canario es para enmarcar). Pero la rebeldía de Mbappé, siempre un ganador, la genialidad de Cherki y las paradas prodigiosas de Unai evitaron que nos comiéramos los olés.

Un debate aberrante. Ya sé que los periodistas somos los primeros en preguntar sobra la manoseada, tortuosa, aburrida y repetitiva polémica sobre quién será el siguiente ganador del Balón de Oro. En días insustanciales y sin caviar informativo que llevarnos a la boca entiendo que da juego este asunto mineralizado por su radiante color amarillo. Pero los amagos de polarizar un partidazo de este calibre para darle una jerarquía superior a que el baloncito de marras lo ganase Lamine Yamal, Dembélé o, incluso, que pudiese entrar en la pomada Kylian Mbappé si hubiese levantado este título con Francia me resultaba frívolo. Hasta Pedri, con todo su derecho, cuando le preguntaron por el posible galardón a Lamine respondió con orgullo de campeón (“me alegra que haya gente que me haya metido entre los candidatos”). Señores, en Stuttgart, España (campeona de Europa) y Francia (subcampeona del Mundo) se jugaban la posibilidad de optar a ganar un título oficial de prestigio creciente. Pues eso. Demos valor realmente a las cosas importantes y alejadas del chau chau. Dejemos el juego del Monopoly para las reuniones de Navidad...

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Todos a Múnich. La Marea Roja de Stuttgart llegó hasta los 8.000. El domingo, en la final ibérica de Múnich necesitamos el doble para disfrutar de otra noche mágica de España, esa Selección que ha vuelto a engancharnos. Gracias, Don Luis.

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