Louzán, Negreira y las carpetas de Franco

Recuerdo los ‘NO-DOs’ que veía de chaval, siempre con la esperanza de pillar algún resumen de fútbol, en época aún sin televisión. Siempre aparecía Franco, en actitud generalmente envidiable: cazando, pescando o jugando al golf, para dar impresión de salud. No parecía muy ocupado. De cuando en cuando inauguraba algo, generalmente un pantano, o recibía embajadores para darles credenciales. En esos casos se veía su despacho, con dos pilas de carpetas. Según el decir de la calle, a un lado estaban los problemas que aún no se habían arreglado solos, y al otro, los que el tiempo había solucionado ya. Él se limitaba, decían, a pasar las carpetas de un montón a otro.

Así veo a Louzán, decidido a encarar los problemas como si no existieran. El otro día habló de la cuestión Barça-Enríquez Negreira con displicencia seráfica. Está ‘sub iudice’ (ahí está bien, si llueve no se moja) y en cualquier caso, dijo, lo que ocurriera no se notó. Nadie le ha dicho, ni le importa, que en esos 17 años el Barça ganó 22 títulos nacionales por 10 internacionales, mientras el Madrid ganaba 10 nacionales por 15 internacionales. Ni que a Rodríguez Santiago le dieron la final de Copa nada más conceder un gol con la mano de Messi, que si no valió la Liga fue por el inesperado ‘Tamudazo’. Ni que Daudén perdió la internacionalidad por anularle un gol válido al Atleti ante el Madrid. Y...

Claro que se notó, y en esta columna quedó mucha constancia de ello, sintetizada en el término ‘villarato’, que en su día muchos me reprocharon y luego, sabido lo que se ha sabido, me reconocen. Se notó y aún se nota, porque aunque el Madrid superó aquello amontonando Champions, al madridista de a pie le duele la cínica impunidad con que se despacha el asunto. Como mucho se admite que fue un timo. ¿Timo? ¿Cuatro presidentes en 17 años no vieron la falta de provecho? Aquello sólo se cortó cuando Negreira dejó de pertenecer al CTA. En fin. Esta impunidad convenida explica, aunque no justifique, los excesos de RMTV. Pero Louzán espera que la carpeta atraviese sola la mesa.

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