Opinión

Cuando la victoria es lo único importante

El partido del equipo aragonés en la Malata fue inaceptable, pero el triunfo empieza a despejar su horizonte.

Raúl Guti, celebrando su gol al Racing de Ferrol antes de cumplirse un minuto de juego.
TINI FOTOGRAFÍA
Pedro Luis Ferrer
Delegado en Aragón de Diario AS desde 2004. Licenciado en Ciencias de la Información-Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Actualizado a

El Real Zaragoza se trajo una victoria imprescindible de Ferrol, una victoria tan importante como afortunada, o, mejor dicho, afortunadísima, porque durante muchos minutos estuvo a merced del Racing, sufrió lo indecible ante un rival descendido y hasta dio la sensación de que no se estaba jugando toda una final por la permanencia. El triunfo es de oro, y supone un gran paso hacia la salvación, pero la actuación del equipo aragonés fue ciertamente decepcionante: se dedicó casi toda la tarde a achicar balones, pese a ponerse con dos goles de ventaja, y no dejó de jugar con fuego.

El Zaragoza salió al galope en La Malata y a los 22 segundos -ver para creer- Raúl Guti abrió el marcador, al aprovechar un servicio de Soberón, después de que Dani Gómez hubiera desperdiciado un mano a mano con el portero. Todo se le ponía enseguida de cara al equipo de Gabi, que afilado por la energía y el descaro de Pau Sans trató de dejar rápidamente resuelto el pleito. Pero el empeño se quedó en un puro artificio y fue el Racing de Ferrol el que acabó haciéndose con el mando. El Zaragoza careció de serenidad, intensidad y la más mínima precisión en el pase y su primera parte, pese a su ventaja, resultó una sucesión de despropósitos, con continuas pérdidas y un ritmo de juego impropio para una situación desesperada.

En vista de lo sucedido, Gabi introdujo dos cambios tras el descanso, y reveló a Arriaga, con una tarjeta, y a Soberón, muy desacertado, por Luna y Ares, pero el que salió más decidido fue el Racing, al que una faltita previa sobre Jair le privó de que un remate a bocajarro de Álvaro Giménez subiera al marcador a los tres minutos de la reanudación. Sin embargo y con el susto todavía en el cuerpo, una gran acción individual de Adu Ares, el más destacado, elevó la renta del Zaragoza, antes de que una mano de Luna, con revisión de VAR, acabara en penalti. Poussin detuvo el lanzamiento de Señé, pero éste acabó remachando de cabeza la pelota a la red. Así que el partido volvió a abrirse peligrosamente cuando quedaba media hora para el final sin que el Zaragoza ofreciera ninguna mejora. Pero quizá el fútbol, o la suerte, le devolvió lo que le ha negado otras veces en este campeonato para olvidar.

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El horizonte se ha despejado con este triunfo y ahora hay que dar el paso de gigante frente al Cartagena en La Romareda.

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