Inteligencia artificial
El precio de la comodidad: ChatGPT te está atontando si lo usas a menudo y lo peor es que quizá ni lo notes
Un estudio reciente publicado por el MIT revela que abusar de inteligencias artificiales como ChatGPT fomenta un deterioro cognitivo.
Que las inteligencias artificiales forman parte de nuestro día a día no es nada nuevo. No obstante, un estudio reciente del MIT revela lo que muchos se temían: un uso continuado y sin mesura de IAs como ChatGPT somete a nuestro cerebro a un proceso de atontamiento voluntario que limita severamente la capacidad cognitiva. Lo peor de todo es que, a pesar de las no pocas advertencias de los expertos durante los últimos años, muchos siguen utilizando a la IA sin control, pensando que les hace más listos... cuando todo apunta a que sucede precisamente lo contrario.
Este estudio del MIT confirma los peores temores de los expertos: abusar de ChatGPT te hace menos inteligente
A mediados de junio de 2025, el Massachusetts Institute of Technology —más conocido por sus siglas MIT— publicó un informe muy preocupante en lo concerniente al uso sin ambages de ChatGPT. Esta reputada institución sacó unas conclusiones muy claras, que quedaron recogidas en la revista Time, y que se alinean con lo que varios expertos en materia educativa llevan afirmando durante los últimos años: la dependencia de las IAs fomenta un deterioro cognitivo, efectivamente atontando a sus usuarios.
Para el estudio, se midió la actividad cerebral de los participantes, personas de entre 18 y 39 años a las que se les pidió redactar textos sencillos a lo largo de varios meses. Ahora bien, estos sujetos quedaron divididos en tres grupos; un primero que utilizaría ChatGPT, otro que utilizaría el buscador Google, y un tercero que no utilizaría ninguna ayuda externa a la hora de elaborar sus escritos. Los resultados fueron muy reveladores: los usuarios de ChatGPT se volvieron cada vez más vagos con cada encargo sucesivo, y además estos textos carecían de valor real debido a lo excesivamente similares que eran entre sí y su ausencia de pensamiento crítico.
El electroencefalograma de los sujetos que usaron ChatGPT mostraba una capacidad de atención reducida. En cambio, quienes no utilizaron ninguna ayuda externa, mostraron una conectividad neuronal más eficiente, especialmente en los segmentos alfa, theta y delta, asociados con las ideas creativas, y usar activamente la memoria y los recuerdos, y el procesamiento semántico. El grupo que usaba Google también demostró poseer unas funciones cerebrales propias de una mente activa.
Como parte del proceso, se pidió a los individuos que reescribiesen uno de sus textos previos, pero al grupo que usaba ChatGPT se le impidió usar esta herramienta. El resultado, de nuevo, fue revelador: las personas de este grupo apenas recordaban nada de los textos previamente “escritos”, y sus ondas cerebrales alfa y theta eran considerablemente débiles, lo cual reflejaba que no se usaba la capacidad de memoria. Es decir, aunque se puede argumentar que la tarea solicitada con anterioridad fue ejecutada de manera eficiente, no se aprendió nada durante el proceso, lo cual casa con la “teoría del atontamiento”.
El estudio infiere que el uso de IAs puede afectar severamente a la capacidad de aprendizaje, especialmente a los más jóvenes. Aunque este paper académico aún no ha sido sometido a una revisión de pares y su muestra es relativamente pequeña, sus autores han decidido publicar sus hallazgos igualmente debido a las preocupaciones con respecto a la cada vez mayor dependencia de muchas personas en inteligencias artificiales como ChatGPT.
Según autoridades en la materia como el psiquiatra Zishan Khan, que trata a niños y adolescentes que dependen en exceso de ChatGPT para hacer sus tareas, “la sobredependencia en estos modelos de lenguaje tienen consecuencias psicológicas y cognitivas imprevistas, especialmente para los más jóvenes. Están debilitando las conexiones neuronales que ayudan a procesar información, recordar eventos e incluso ser resiliente”.
Las implicaciones del estudio van mucho más allá del ámbito académico. Por ejemplo, las compañías tecnológicas que utilizan a muchos programadores que trabajan a diario con IA podrían padecer sus efectos a largo plazo. Mientras que las tareas se ejecutan con eficiencia en el día a día, esta sobredependencia de la IA puede afectar al pensamiento crítico de los empleados, lo cual afectará a la productividad y competitividad a la larga de la empresa.
En definitiva: las IAs de por sí no son malas; todo depende del uso que se les dé. La idea general es utilizarlas como una herramienta, y no como una muleta en la que apoyarnos. Inteligencias artificiales como ChatGPT, Grok de X o Gemini de Google no son “perfectas” y también se equivocan; al fin y al cabo, extraen sus informaciones de internet y otras bases de datos humanas. La clave está en tener siempre la última palabra, así como poseer la suficiente capacidad de razonamiento y pensamiento crítico como para saber si la inteligencia artificial realmente nos está ayudando... o nos está haciendo más vagos y tontos.