La regla de las cuatro horas que debes seguir si bebes agua del grifo
Aunque el agua del grifo es segura en gran parte de Europa, seguir una sencilla precaución puede evitar riesgos innecesarios y mejorar la calidad del agua que consumes.

Beber agua directamente del grifo es una práctica habitual en países como Dinamarca, Alemania, o incluso España, donde los controles sanitarios garantizan una excelente calidad. Además de su seguridad, esta opción representa una alternativa mucho más barata y respetuosa con el medio ambiente frente al consumo de agua embotellada, es hasta 100 veces más barata y no genera residuos plásticos.
Sin embargo, para que esa confianza no se vea comprometida, los expertos recomiendan aplicar una pequeña norma preventiva que puede marcar la diferencia.
¿Qué es la “regla de las 4 horas”?
Una recomendación cada vez más extendida en países como Alemania, propone lo que ya se conoce como la “regla de las cuatro horas”. Esta norma indica que, si un grifo ha estado sin usarse durante un período superior a cuatro horas, conviene dejar correr el agua unos segundos antes de consumirla, hasta que salga fría al tacto.
El objetivo es sencillo: eliminar el agua que ha permanecido estancada en las tuberías durante horas y que, en ciertos casos, puede acumular bacterias o arrastrar pequeñas partículas de los conductos, sobre todo en instalaciones antiguas.
Aunque el riesgo es bajo en la mayoría de hogares, los expertos apuntan que dejar fluir el agua estancada reduce aún más las posibilidades de contaminación por microorganismos como la legionella, que pueden proliferar en sistemas cerrados con agua templada.
Es una medida especialmente recomendable en viviendas con tuberías metálicas antiguas o en zonas donde el agua contiene niveles altos de minerales.
¿Y qué hacer con ese primer chorro de agua? Lejos de desecharlo, se puede reaprovechar de forma inteligente: regar las plantas, fregar los suelos o lavar utensilios son formas útiles de emplear ese recurso sin malgastarlo. Esto contribuye tanto al ahorro doméstico como a una mayor conciencia ambiental.
Incorporar este pequeño gesto a la rutina diaria no requiere apenas esfuerzo, pero aumenta la seguridad del consumo doméstico. Además, fomenta un uso responsable del agua, un recurso que, aunque en muchos países parezca abundante, está cada vez más expuesto a tensiones ecológicas y climáticas.
La próxima vez que abras el grifo tras varias horas, recuerda que dejar correr el agua unos segundos puede ser tan sencillo como eficaz.
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