Fumata blanca: ¿qué significa el humo de la chimenea, de qué está hecho y cuál es el origen de esta tradición?
Te contamos qué significa la fumata blanca y qué pasa si sale humo blanco de la mítica chimenea de la Capilla Sixtina del Vaticano.

Durante un cónclave, la señal que todos esperan es la fumata blanca, el humo que indica que la Iglesia Católica ya tiene un nuevo Papa.
Es una tradición centenaria que se mantiene viva en pleno siglo XXI, y aunque parece un gesto simbólico, es el resultado directo del proceso de votación secreto de los cardenales.
Cada día, los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina celebran hasta cuatro rondas de votación: dos por la mañana y dos por la tarde.
Para que un candidato sea elegido Papa, debe obtener al menos dos tercios de los votos del total de cardenales electores presentes. Si nadie alcanza ese umbral, las papeletas se queman con productos que generan humo negro (fumata negra), señal de que no hay acuerdo.
El origen de la fumata blanca
La práctica de usar humo blanco y negro comenzó en 1878, durante el cónclave que eligió al Papa León XIII. Sin embargo, no fue estandarizada hasta 1903 con el Papa Pío X, quien estableció que al final de cada jornada del cónclave, las papeletas de votación debían ser quemadas.
Para distinguir entre una votación con resultado (elección de Papa) y una sin él, se introdujo el uso de paja húmeda junto con las papeletas para crear humo negro, y sólo papeletas secas para humo blanco.
El significado de la fumata blanca
Pero si en alguna de esas votaciones un candidato alcanza la mayoría requerida, se produce lo que se conoce como fumata bianca. Las papeletas del escrutinio se queman con productos químicos especiales —clorato de potasio, lactosa y colofonia, que es una resina natural que se obtiene a partir de pino amarillo— que generan un humo blanco denso y visible. Desde 2005, además del humo, también se hacen sonar las campanas de San Pedro para evitar confusiones con el color.
Una vez sale la fumata blanca, se inicia un breve proceso interno: el nuevo Papa debe aceptar formalmente el cargo, elegir su nombre papal y revestirse con las vestiduras blancas en el Cuarto de las Lágrimas.
Luego, el cardenal protodiácono se asoma al balcón central de la Basílica de San Pedro y anuncia al mundo: Habemus Papam. Así, el voto de los cardenales se convierte en una señal de humo que cambia la historia de la Iglesia.
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